30 de julio de 2020

Maquetas ilusas

Nos cuesta a los humanos entender la idea del no-ser: Nos resulta inconcebible. 

Nos espanta, nos irrita. Nos angustia.

La rechazamos instintivamente: la negamos y nos inventamos, en cambio, la trascendencia de un alma eterna.

Y así, inventando, han ido apareciendo a lo largo de los milenios las más inverosímiles sectas religiosoespirituales que dan por resuelto el enigma de lo incomprensible.

Sectas que desde los inicios del rechazo humano de la nada han inventado soluciones al asunto, levantando maquetas ilusas del no-ser: palacios interiores de palabras y papel, construcciones de la fantasía.

El desquicio no sería tan gran cosa si no fuéramos esencialmente defectuosos, incluso mal intencionados a veces. 

Es la conciencia de la imperfeción, del mal latente en uno, lo que vuelve locos de trascendencia a la mayoría. 

Las religiones se montan en esa conciencia culpable, es ésta su piedra de base, el cimiento de toda teología. 

Esto lo entendieron temprano los avisados y muy temprano supieron que no había nada extraordinario en la religión, sino todo lo contrario: que es ésta el molde perfecto para una sociedad en la cual tenemos que convivir--y encontrar cada cual su nicho seguro--un sinfín de espíritus mezquinos de temor y esencialmente inseguros y, al fin y al cabo, mal intencionados.  

Hay quienes que de esta invención hacen, a pesar de todo, la base de una vida digna. 


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