19 de diciembre de 2020

El cáncer: una alegoría

Están los tiempos para concebir pavorosas alegorías apocalípticas. Una de éstas, tan obvia como muchas otras, equipara a la tierra con un organismo afectado fatalmente por el mal todavía aterrador: el cáncer. Lo que en los organismos biológicos es una división excesiva de células, en el organismo terráqueo es la sobrepoblación mundial y su incesante aumento.
Como células cancerosas nos reproducimos desmedidamente y, como células cancerosas, vamos en números excesivos destruyendo el organismo del que dependemos: la tierra. 
Tumor canceroso, o más bien cáncer metastático, la creciente población mundial devora y asfixia su propio ser. Ciega de voluntad de vida individual, ajena al daño que hace de tan convencida que está de su primacía, la especie humana, en su desmesurado crecimiento, arrasa su propio habitat y el de toda otra especie viva.
La diagnosis terrible es bien conocida y desde hace tiempo se sabe de ella. Con irresponsabilidad suicida la ignoramos y hacemos caso omiso de la advertencia: el daño es cada vez mayor, la recuperación cada vez más improbable. Los tratamientos para una recuperación, que a estas alturas del mal serán radicalmente brutales, probablemente resulten por completo inefectivos.
Como al cáncer que crece y avanza comprometiendo al organismo del que profita se lo habría de tratar cuanto antes y de forma drástica. Entre las principales medidas ha de estar la de limitar el crecimiento de la población mundial e incluso reducirla en número antes de que los esfuerzos de control se descontrolen y acudan a la fuerza destructiva con ataques letales de química terapéutica, con bombas biodestructoras, con drásticas cirugías bélicas que extirpen selectivamente el tumor, cercenen el órgano afectado, amputen el miembro mortecino.
Queda por ver, por lo demás, si la probablemente poco promisoria prognosis respecto al tiempo de vida que pueda irle quedando al miserable organismo afectado llegaría a cambiar sea cual sea el tratamiento que se use para tratar de vencer la enfermedad y sus fatales consecuencias.

1 comentario:

  1. La quimioterapia de ese cáncer la producen las mismas células: Estupidez, violencia, CO2, basura; y como en el cáncer, esta quimio termina con justos y pecadores. Pareciera que la especie humana estuviese destinada a la autoeliminación. No necesita control de natalidad. Si queda alguna esperanza, ella está en las madres que dan a luz y en los niños que nacen. Nuestra generación debe desaparecer y hasta ser olvidada. Mirarán nuestras ciudades en ruinas y no entenderán lo que quisimos decir. Caminarán sobre ellas y construirán un mundo nuevo.

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