Usa uno a diario innumerables objetos sabiamente diseñados para su uso: perfectos en su función, hermosos por efectivos.
Y cada uno de estos objetos prácticos y funcionales tiene su creador o creadores: ingenios, por lo general anónimos y desconocidos, que los concibieron y diseñaron.
La rueda, por ejemplo, alguien debió imaginarla; alguien produjo y usó la primera. Y desde entonces, desde ese día perdido en los orígenes de la humanidad, millares de diseñadores la han ido perfeccionando y adaptando a los más diversos usos imprescindibles.
Como un símbolo poético que perdura de poema en poema a lo largo de los siglos y milenios, la rueda, la copa, el puñal, el pañuelo . . . han seguido siendo hermosos y perfectamente efectivos objetos de uso común y cotidiano.
Obras, casi todas las cosas, de admirables creadores desconocidos: ingenios anónimos que ninguna historia reconoce.
The things that have become a kind of poetic currency...light, bread, darkness, blood, etc. You have gotten me thinking.
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