Brilla al sol la moneda en el empedrado del sendero. Desde una rama del arrayán una urraca la mira: la codicia.
El ramaje del arrayán dibuja sombras inquietas sobre el suelo y la moneda ya brilla a un golpe de sol, ya se opaca y casi desaparece en la breve sombra que la toca.
La urraca, de ojos milenarios, parpadea al claroscuro variante de la moneda a sol y sombra.
Cómo brilla en el suelo, llamativa, la moneda que alguien dejó caer sin darse cuenta yendo camino a la tienda de baratijas.
Cómo la urraca la mira y la remira.
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