Lo primero en la mañana al despertar es contarse todos los huesos y comprobar si afuera llueve o cantan las pájaros.
Sólo después de esto puede uno pasar a la cocina e iniciar el rito inaugural--es cada día un día nuevo--del agua, la cafetera, el molido rítmico--litúrgico--de los granos que ayer no más eran en el monte las rojas gemas del sabor encapsulado.
Al primer hervor saumeria al aire el aroma del agua transmutada y afuera--llueva o los pájaros canten--amanece: la luz se dispersa sobre las cosas, esplendorosa, como un salmo.
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