Son múltiples las formas y colores del cristal que transparenta al mundo. Múltiples las lentes disponibles. Innumerable la variedad de gafas que se puede usar para mirar el mundo; innumerables también son los espejos en los que mirarse.
Habitamos la mansión de los reflejos, la cámara oscura de las ilusiones ópticas.
Habla la abundancia de lo disponible no tanto de un bien—que en algunos casos puede serlo—como de una exageración malsana, de una hipertrofia de lo posible, o mal de lo infinito.
El ojo observador se estraga ante tantas maneras diferentes de poder mirar y acaba por no ver nada que no se le imponga con la sugerencia machacona de la propaganda: ese cristal cortado a la perfección para crear con él los arcoiris del engaño, las auroras boreales de las falsas ilusiones, los espejismos de las doctrinas y los dogmas.
Cada cual elige como mejor puede la lente—su forma y color--que le acomoda cuando más le conviene. Pero como no siempre es posible cambiar de lentes al propio antojo hay que conformarse a veces con algunos que son de un tinte deplorable. Además no hay lente que no se ensucie.
Se ve le realidad sólo a través de los filtros mentales de la mirada.
======================
Jueves, septiembre 10, 2015

No hay comentarios.:
Publicar un comentario