24 de febrero de 2019

"Biutiful": Una mirada a la película de Alejandro González Iñárritu. Rebecca Bowman

Vi Biutiful ayer y me impactó la excelente actuación de Javier Bardem y de Marisel Álvarez, así como la dirección de arte que no cedía en mostrarnos un mundo duro, feo, excepto algunas imágenes fugaces de, por ejemplo, una bandada de aves volando en formaciones bellísimas sobre un puente, y las imágenes más detenidas al principio de la película que vuelven a salir al final: la de dos manos jugueteando envueltas en voces suaves y luego un bosque hermoso en etapa invernal, troncos de textura llamativa en un campo nevado y fresco, quizá una referencia a los Pirineos.


Pero en general al personaje principal lo rodea una sordidez que no cesa, incluso la toma del charco en el que se refleja el papá con sus dos hijos, un momento cinematográfico que podría ser bello no lo es pues el charco es sucio, lleno de fango y con una película de aceite que no logra hacer arcoíris.  Y claro es que para muchos esto es el mundo: uno de miseria, de trabajo incesante, de transacciones monetarias impuras, de la necesidad de darle de comer a los hijos y por lo tanto de no poder hacer algo por amistad. En esta película aún los actos de generosidad, porque se combinan con lo mezquino, terminan haciendo daño. Y la vista del mar está estropeada por los cadáveres esparcidos sobre la playa.

De ahí pensé que algunos, que no aparecen en esta película, aunque bien sabemos que han ayudado a crear las condiciones que la película refleja, están rodeados de belleza y lujo, pero aun así no son felices porque, aunque vivan en un mundo excelso, traen dentro de sí una sordidez moral incesante. Y por eso cuando llegamos a verlos exhalan un aire de hastío, de desesperación.

El título de la película en sí tiene algo profundamente irónico en que aun cuando se habla de belleza, ni el papá ni los hijos han recibido la información necesaria para escribir la palabra en inglés en la forma estándar. De manera que en el momento en que el hijo expresa un sentimiento de aspiración y anhelo se hace vulnerable a las mofas del clasismo. Las limitaciones pasan de padre a hijo, lo que se hereda es la inequidad.

Lo cosmopolita de los personajes, que provienen de África, Asia y Europa, subraya que lo que pasa a la familia de Uxbal, el personaje principal, es un fenómeno global, universal. No hay personaje que no despierte lástima, aun los que actúan mal son seres completos capaces de compasión.

Esta película se resuelve de cierta manera por la escena al principio y al final en la que se une padre e hijo y que con su quieta belleza nos da una sensación de felicidad. Pero me quedo con una pregunta. ¿Y si no hay bosque ni encuentro, si no hay más que la muerte en una cama con cobija apolillada, entonces qué haremos para que los que les toca una vida, una muerte así también gocen de algo bello?


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