No es que la juventud sea perfecta. Lo parece. No a los jóvenes, por cierto.
A los demás, a los que se sienten destituidos de un bien, la juventud punza como un duelo.
Todo esto por haber leído lo siguiente en Mémoirs d’Hadrien de Marguerite Yourcenar:
“On parle souvent des rêves de la jeunesse. On oublie trop ses calculs. Ce sont des rêves aussi, et non moins fous que les autres”.
"A menudo se habla de los sueños de la juventud. Se olvida muchos de sus cálculos. Son sueños también, y no menos locos que los otros".
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