La red lo abarca todo, todo lo atrapa. Sus hilos, anudados en la trama, forman complejas relaciones, enredadas marañas que desentrañar en busca de un sentido. La red de lo innumerable y lo posible.
Todo lo arrastra la red, cuanto vive y sobresalta, cuanto pesa denso de su inercia, abundante materia de desecho.
Tira la red al vasto mar quien busca el alimento de lo más profundo. Y hala. Palmo a palmo el admirado va recogiendo la tensa filigrana de la trama entrelazada de tesoros: la pesca feliz de lo inesperadamente bello por acertado.
Pero pesa el cordaje cargado en demasía: lleva el lastre de todo lo demás, lo innecesario, lo sobrante. Se lo recoge a penas, a duras penas, seleccionando--entre tanto brillo de falsos oropeles que la luz opaca apenas recogidos--el vívido fulgor de lo impecable.
Madejas de lienza y sedal, cordeles de todo tipo, tejen la red inmensurable. Inmensurable el número de manos que la anudan renovada cada día. Innumerables los dedos en la labor de ampliarla hasta cubrir los mares, red infinita que lo abarca todo, que todo lo atrapa.
Santiago Daydí-Tolson
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