Con este nuevo texto se trata de revivir una columna regular que no dejaba de tener su gracia por indefinida. Su título ya la colocaba en un terreno inestable, de imprecisas fronteras.
Veamos que se puede hacer con tal título, aparentemente significativo en su simbolismo.
Caracol
¿Y qué decir de su hermafroditismo?
¿Qué de su silencio de criatura sin voz y qué de su pacífico vegetarismo?
Habitante de las aguas primigenias remonta su misteriosa condicion a un tiempo muy anterior al tiempo y por comparación, nos enfrenta--fósil vivo--a la vanidosa prontitud del ajetreo humano.
Paguro
Como el caracol, el paguro--que otros llaman ermitaño--se encierra en el laberinto de su concha a meditar. A pensar seguramente en la "mortalidad del cangrejo", su destino de ser vivo.
Escondido, pareciera no saber del mundo en el que su propia presencia no es más que una caracola que bien podría estar vacía.
Vacía la encontró cuando mudó de escondrijo y la hizo suya y la adoptó como su celda de cenobita que nada tiene, ni su propia casa.
Vive el paguro en la humildad del que no tiene nada, del que se adapta a lo que puede conseguir de lo que otros abadonan y él tímidamente se apropia.
En el callado escondite de su concha ajena el paguro piensa, medita y hasta probablemente reza.
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Miércoles 23 de noviembre, 2016
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