Fue una grata sorpresa la que tuve hace un par de años atrás cuando al leer en una escuela de Matamotros algunos poemas de mi libro Insectarium los niños menores se mostraron interesados, curiosos y contentos.
Admito que al escribir esa colección de insectos pensé en lo lúdico de la naturaleza y en la posibilidad de expresarlo en poemas juguetones, como para niños y escritos por niños.
Y como alguien me sugirió después de la lectura sorprendente que escribiera un insectario infantil, he estado tratando de hacerlo.
He aquí algunos resultados del intento. Vaya uno a saber si cumplen su objetivo.
Miga a miga la hormiga
llena su troje
para el invierno
que se aproxima.
Entretanto en su canto
se encanta la cigarra.
Y por la noche
--fosforescente--
el plácido cocuyo
su cigarro enciende.
Agarra la garrapata
el cuello de la dulce vena
y la araña envenena
--sutil su tela--
la mosca que se enreda.
Se enrosca el ciempiés,
la mosca vuela,
urde la araña
los nudos de su tela.
Liba la libélula
las mieles del laurel.
En el sopor del mediodía
el cascabel
de los grillos carcajea.
En diminuto carcaj
casi invisible
guarda su aguijón la abeja.
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