17 de agosto de 2019

Zancudos californianos

Vicente Pérez Rosales en sus memorias Recuerdos del pasado (1814-1860)--escritas y publicadas con la ortografía de Bello--Vicente Pérez Rosales dedica no pocas páginas a la narración de sus peripecias de minero fracasado en la California de los días de la fiebre de oro. 


Una anécdota, de tantas que recuerda, destaca por su horrible referencia a los zancudos. La precede con un comentario sobre la molestia que producía la enorme cantidad de zancudos en la región.



"Ya he indicado--escribe--cuán inmensa era la plaga de ponzoñozos i tenaces zancudos que infestaban las márjenes pantanosas de los rios Sacramento i San Joaquin, en cuyas confluencias tenian su principal asiento estos molestísimos insectos".
 
"Defendiéndonos como podíamos a pañuelazos--continúa--, nos asilamos bajo unos matorrales. . . perseguidos por los zancudos que llegaban a empañar la vista con sus bandadas, i que nos hacian pedazos con sus picadas, sin que el humo, las manotadas i los abanicazos con ramas, fuesen parte a librarnos de ellos".


Cuenta luego, cómo uno de sus compañeros, Martínez, postrado por la fiebre, tiene que quedarse a bordo de la embarcación en que navegaban, mientras los otros iban a tierra; y cómo, al volver éstos al final del día se encuentran con lo inesperado. 


"Hai ciertas impresiones que por su intensidad nunca se olvidan--comenta Pérez Rosales, preparando al lector para lo que viene--. Martinez, inmóvil, monstruosamente hinchado, con la cobija arrollada a los pies, sin duda a impulso de algun movimiento convulsivo, tenia todo el cuerpo, inclusa la cabeza, cubierto con una asquerosa i sangrienta mortaja de zancudos que, repletos i amodorrados, formaban sobre la desgraciada víctima, un lecho que el espanto nos hizo presumir era de mas de una pulgada de espesor. Ver aquello, precipitarnos sobre el pobre amigo, llamarlo, sacudirlo reventando millares de zancudos que nos empapaban las manos con sangre fué todo uno. Pero tardío socorro; Martinez estaba muerto!"

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