17 de diciembre de 2019
Fines de otoño
Quien haya plantado--hará ya un siglo--este ahora enorme plátano oriental de bruñido bronce a la luz del primer sol de la mañana--el dorado--, lo habrá imaginado así de anciano e imponente en el patio trasero de la que fue su casa, el de la mata de jazmín y del rosal florecido de nuevo este diciembre como otros tantos diciembres anteriores.
Y al plantarlo y pensar en cómo crecería a lo largo de los años habrá sentido esa triste nostalgia del que se sabe temporal, perecedero.
Nostalgia del otoño tardío. La del invierno que ya llega.
El árbol--lo supo él al plantarlo--lo sobrevive, monumento de traspatio, signo vivo de la continuidad de la ciudad--su gente--y del constante cumplirse los trabajos y los días.
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