28 de abril de 2020

Para "Insectarium": Dos abejas de Rubén Darío

No faltan los insectos en la obra poética de Rubén Darío. Particularmente hermosa es su imagen de uno de ellos en "Sonatina":  

                        "La princesa no ríe, la princesa no siente
                        la princesa persigue por el cielo de Oriente
                        la libélula vaga de una vaga ilusión".



También en su prosa Darío hace uso poético del insecto, como en el caso de este segmento de su narración sobre la visita que hace en Roma a la Villa Borghese, en cuyos magníficos jardines evocadores de la edad gloriosa del humanismo renaciente observa un par de abejas en sus labores:

        "Sobre una roja anémona que crece cerca del banco en      
         que me he sentado, trabajan dos abejas, y se me antoja 
         que una ha salido del jardín de Horacio y otra se ha  
         posado en la barba del Bembo".

La alusión al jardín de Horacio, poeta del "Beatus ille . . ." se refiere al símbolo clásico de la abeja como la inspiración poética y la elocuencia. Al posar la otra abeja en la barba de Pietro Bembo, alude al mismo valor simbólico, siendo Bembo el humanista italiano que además de disertar sobre el arte poético escribe inspirada poesía.


No por nada, además, sitúa Darío a las abejas sobre "una roja anémona", la flor en que Afrodita convierte el cadáver 
ensangrentado de su amado Adonis. 

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