Ha encontrado don Baruj un texto que no recuerda haber escrito. Está publicado bajo su firma y no puede negar, aunque quisiera hacerlo, que es suyo.
Al leerlo sin saber que era suyo pensó que, aunque bien escrito en un estilo que le resultó muy acorde a su ritmo verbal, no acertaba el autor--que a medida que leía fue reconociendo que era él mismo--en lo que iba proponiendo con tan cuidado estilo.
"Demasiado pesimista este autor--pensó don Baruj, un tanto desagradado--. Probablemente exagera por razones puramente de efecto: faramalla literaria", dictaminó con su objetivo y certero juicio crítico de lector implacable.
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