Fue la ociosa inactividad de los que no tenían necesidad de trabajar para ganarse la vida lo que llevó a la filosofía.
No habría llegado a Buda Shaquiamuni si no hubiese sido un príncipe aburrido de la demasía.
No habría inventado el ensayo moderno Montaigne si no hubiese sido un terrateniente.
Y no se habrían inventado las teogonías, rituales mágicos y teologías de ofuscantes dogmas sin la ambición de poder y de control sobre los demás de algunos que deseaban--y siguen deseando--para sí toda las riquezas posibles y todo el ocio indigno° y sus desmanes.
° El opuesto, por cierto, del "ocio digno" de los filósofos y de los auténticos individuos espirituales.
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