Es la piedrita en el zapato peor tormento que el mal empedrado.
El suplicio constante de lo mínimo, lo nimio, es el que a la larga quiebra toda voluntad, derrota cualquier intento.
La mínima gota de agua que persiste en caer en un mismo punto es la que al fin y al cabo debilita y atribula hasta el abatimiento.
Tiranía de lo que pende y no acaba de caer, tormento de lo insignificante que insiste en darse y mina en secreto, como el ácaro, la piel sensible o, como el comején, devora de a poco la madera de la mansión que acaba por derrumbarse.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario