--Como si me hubiera amputado la mano, la derecha, fue mi decisión de no tomar nunca más la pluma y escribir.
Lo dijo, no lo escribió. Soy yo el que lo he puesto por escrito. No podría no haberlo hecho. Lo hice, claro está, con la mano izquierda, la no amputada . . . todavía.
Dos son las manos, por si acaso. Dos los hemisferios del cerebro. Un eje central, que pasa medio a medio, por el ombligo, nos divide en dos. La cabeza es sólo aparentemente una, como es también aparente nuestra simetría vertical, nuestra unidad indivisible.
¿Es que de veras la mano derecha no sabe lo que la izquierda trama? ¿Y a la izquierda le importa acaso lo que la derecha piense?
No es simetría de espejo--aunque lo parezca--la del cuerpo doble. Simetría aparente que algunos componentes--como el solitario corazón, por ejemplo--desmienten.
Y ya que el corazón se hace presente en este comentario, preguntémonos o--mejor aún--preguntémoselo qué tuvo él que ver con la mano amputada y qué con la que--a falta de la otra--esto escribe.
¿Es que un mismo corazón toma la pluma con ambas manos?
--Dos mitades también tiene el corazón, órgano escindido--nos recuerda el amputado.
20 de junio de 2020
La mano izquierda escribe
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