--No hay texto perfecto—declara el gurú del tallerismo literario—son todos perfectibles.
Alguien lo invitó a que dirigiera un taller en el café. Somos varios los regulares que escribimos, creemos escribir o queremos hacerlo.
--Nada de lo que ustedes escriban podrá ser perfecto --continuó--pero después de seguir este taller conmigo escribirán tanto mejor que ahora y sus textos podrán pasar como perfectos, aunque no lo sean.
Resultado del taller--a las seis semanas que duró y duramos escuchando al gurú hablar de sí mismo y de sus manias literarias--ha sido que los que queríamos escribir ya no lo queramos, los que creíamos que escribíamos ya no lo creamos y que los que escribíamos ya no escribamos.
Salvo, claro está, esos dos o tres que no dejaremos jamás de escribir aunque no haya quien pueda leer más de tres líneas de lo que escribimos.
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