La pereza se me acurruca al lado y ronronea. Pero no se crea que es una gata--de angora la imaginan muchos--sino un ser alado, como dicen que son los ángeles. En vez de pelaje tiene plumas, pero no es ave. Con las alas me abriga o me abanica, según sea el caso, y con los brazos--porque alas tiene y también brazos--me abraza y me sostiene.
Que no me preocupe, me susurra al oído, que lo que no he de hacer hoy no necesito hacerlo mañana.
--Durmamos--me propone. Y me duermo.
Sueño que la pereza se me acurruca al lado y ronronea. Me invita a dormir y en el sueño me duermo de nuevo.
Esa alada pereza ha visitado mi casa este lunes.
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