En una símil extendido, al modo de los de Homero, Virgilio en el primer libro de La Eneida, compara la actividad de la ciudad de Cartago, que Eneas observa desde una colina, con la variedad de tareas que las abejas cumplen en la colmena. Es la suya una visión optimista y grata del trabajo, como corresponde al canto en homenaje al espíritu triunfal del imperio:
Igual que las abejas al entrar el verano por los campos floridos
se afanan bajo el sol, sacando fuera las crías ya adultas
de la especie, o espesando la líquida miel
o hinchando las celdillas con el dulce néctar,
o toman la carga de las que van llegando o en formación cerrada
de la colmena arrojan al perezoso rebaño de los zánganos;
hierve el trabajo y de la miel se escapa un olor a tomillo.
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