22 de octubre de 2021

De un diario personalísimo


He venido a sentarme al jardín de atrás--el de los altos árboles que lo rodean--a gozar la calma tibia de la tarde que cae. Tarde de otoño, por cierto: indescriptible.

Aunque el jardín está en sombra, el sol poniente alumbra todavía las copas de los árboles más imponentes. Es un hermoso detalle que vale a cambio de no ver el cielo del atardecer con sus últimos arreboles y la  luna--luna llena de octubre--ascendiendo al azul profundo que pronto será noche.

El íntimo retiro del jardín no sabe del amplio espectáculo del horizonte.


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