10 de marzo de 2022

La edad de Adán y Eva en el Paraíso

¿Qué edad tendría Adán cuando surgió del barro? Y Eva ¿qué edad tendría cuando se encontraron? De esto no hablan los teólogos. Nada dice tampoco al respecto la voz divina que narra, de varias maneras diferentes, el suceso.

Quienes sabemos de estas cosas porque estábamos presentes, mirando a hurtadillas detrás de los helechos, podemos afirmar sin duda alguna que tanto Eva como Adán eran dos seres perfectos de edad angélica: la nuestra, la invariablemente juvenil, adolescente. 

Tan hermosos eran, como nosotros somos, criaturas ideales, patrones inmutables de la belleza hermafrodita de los que apenas acaban de ser niños.

Ella y él, igualmente hermosos y--a diferencia de nosotros--seres reales, vivos: animales concupiscentes aun antes de que les hablara susurrante la enroscada serpiente del pecado.

Lo cierto es que ninguno de nosotros vio ni oyó a la mentada culebra. Se la inventaron los mismos que inventaron las teogonías y el relato del dios único de nombre plural y, más tarde--para mayor asombro de los asombrados--trino.

Qué necesidad tenían esos dos seres bellos de ningún demonio que los incitara a pecar si no había pecado alguno en en esas miradas suyas, en esas caricias, en ese beso y el abrazo. La manzana vino después a satisfacer el apetito despertado por la apropiación de la vida.  

No hubo tampoco expulsión del paraíso ni arcángeles armados sino solo el natural proceso del añadirse días, meses, años a la edad núbil que--fulgor fugaz como el del relámpago--apenas duró un momento, el del Paraíso. 

El tiempo impuso el cambio, generó el recuerdo y el olvido. El Jardín del Edén fue remanente ensueño, imagen melancólica de la nostalgia. 

El pecado se encargaron de inventarlo e imponerlo los mismos que inventaron, para el pavor universal, la serpiente del mal, los mitos y sus religiones.

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