26 de abril de 2022

Transcendentalismo culpable


Se le ocurren a uno infinidad de ideas simultáneamente y simultáneamente visualiza infinidad de imágenes, a la vez que con los cinco sentidos percibe el mundo y reacciona a él, por lo general, adecuadamente, aunque a veces confundido. 

Complicadísima función del organismo que a cada segundo sabe que vive y sobrevive. 

El yo, consciencia del ser que existe, se percibe a sí mismo de un modo necesariamente simplificado a la medida de las capacidades de la razón, determinadas éstas por la linealidad del tiempo en que se dan tanto el lenguaje como el proceso intelectual que visualiza la experiencia, la nombra y le da sentido dentro de las circunstancias que delimitan el espacio. 

Tiempo y espacio que la razón percibe como limitantes de esa capacidad aparentemente ilimitada de la mente y su supuesta condición trascendente, diferente--superior--al cuerpo: la materia. 

Es comprensible que la especie humana en su desarrollo mental se haya visto a sí misma como diferente, por su dualidad de espíritu y materia, al resto de los organismos puramente corporales. 

Lo que se vio y se ha visto a lo largo de los siglos como una manifestación de superioridad del género humano sobre el resto del mundo probablemente no sea tan de admirar ni deba dar motivo para vanagloriarse; más bien ha sido una visión deformadora de la naturaleza humana que ha llevado a deplorables males. 

De haber tenido el ser humano una conciencia y aceptación de la exclusiva materialidad de su ser no habría generado la dañina soberbia que el dualismo trascendentalista ha aprobado y promovido con imperdonables daños a la naturaleza, incluida la propia especie dominadora y prepotente.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario