I. ¿Qué se puede hacer cuando las cosas y sus sombras se van amontonando alrededor y comienzan a encerrarlo a uno, a volverlo un animal acorralado? No hay bastantes tazas de café para calmar la fiebre y contra la noche que se demora demasiado en amanecer--a lo mejor ya no amanezca nunca a partir de ahora--no hay lámparas suficientes, ni suficientes hogueras.
II. Tiene la noche el rigor de un argumento imbatible. Quien la contempla en su infinita profundidad siente en su espíritu--y en el cuerpo--la energía del movimiento: lo perpetuamente activo, y sabe--espera entusiasmado--que el giro ha de ofrecer de nuevo el manantial de luz de la alborada y el ímpetu del día que ya viene. No en vano amanece cada día.
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