19 de octubre de 2016

Ensayo de Jason H. Hardin

El estado del español.

Los desarrollos de la tecnología informática de la pasada década, y especialmente las capacidades comunicativas de Internet, han traído muchos cambios al estilo de vida moderna. Toda esfera de la actividad humana, sea social o científica, económica o política, se ha visto modificada por la siempre creciente preponderancia de los medios electrónicos de la nueva edad digital; "[h]ablar hoy de Internet es hablar de algo asociado a un concepto amplio de telecomunicación, que incluye, no sólo el correo, sino el comercio electrónico, la educación y la salud [...]" (Marcos Marín 4). Dado el hecho de que el Internet es fundamentalmente un medio de comunicación, la lengua es uno de los campos que ha experimentado más profundamente la influencia de la comunicación cibernética. El español, como uno de los idiomas internacionales de mayor extensión geográfica y demográfica, representa un caso interesante. Este trabajo versará sobre los cambios lingüísticos y académicos a los que la red mundial ha dado luz en la sociedad hispanohablante en los años recientes.

Primero, será preciso esbozar el estado de la comunicación digital en dicha sociedad. Las estadísticas respecto al número de usuarios (o mejor dicho en este contexto, "internautas" o "cibernautas") de Internet en el ámbito hispánico pueden variar. En 1997 la cifra se calculaba a los cuatro millones (Millán 104), pero ésta ha aumentado bastante en los pasados años. Para el fin del 2000, por ejemplo, se estimó que México solo contaría con unos 2,7 millones de internautas (Dillon 4.3). De todas formas, el español es seguramente una de las lenguas cuya presencia en el Internet está bien establecida y sigue creciendo. En 1998, entre los grupos de personas que no se comunicaban en la Red en inglés, los hispanohablantes representaban el trece por ciento, tras los hablantes del japonés (Millán 104). En 1999, se calculó que el español se usaba en el 10,1 por ciento de las conexiones a Internet en las lenguas no inglesas (Marcos Marín 4), pero como ya se ha señalado, los datos pueden variar según la fuente y los criterios. Para el año 2000, la cifra del uso del español en relación con los demás idiomas parecía haber bajado a menos del cinco por ciento, detrás del japonés, el alemán y el chino (ibid., 2); sin embargo, esta bajada se explica en parte al crecimiento del número de internautas de todas partes de mundo, con el resultado de un descenso relativo con las otras lenguas internacionales (ibid.). Sobre todo hay que fijarse en el hecho de que el inglés sigue siendo la primera lengua de la red en términos del volumen de conexiones y comunicaciones, lo cual importa mucho en las discusiones siguientes.

En cuanto a la lengua y los cambios lingüísticos, la demografía y las actividades electrónicas en concreto son más importantes que las cifras del uso. En la actualidad, la mayoría de los usuarios de Internet en el mundo hispánico tiene tal acceso a través de su profesión. Es decir, por el momento la difusión de la red como medio comunicativo en España y América Latina se limita principalmente a la esfera comercial; una conexión a Internet no ha llegado a encontrarse en la mayor parte de los hogares hispánicos (Lebsanft 51).

Vale destacar el impacto que Internet ha tenido sobre el comercio. En el escenario mundial, el comercio electrónico alcanzó los 111,000 millones de dólares en 1998 (Marcos Marín 6), y algunos estudios han indicado que a partir de 2002, la economía de España sería "impulsada por las telecomunicaciones" (ibid., 1). Aunque no parezca cierto, la actividad comercial en Internet desempeña un importante papel en la lingüística (ibid.,4), y viceversa, puesto que, por un lado, las compañías se interesan por alcanzar un mercado tan amplio como posible, lo cual supone la traducción de sitios y servicios a otras lenguas, y por otro lado, que la lengua influye en el comercio por la facilidad con la que se accede a eso sitios y servicios en un idioma específico (ibid.).

A pesar de la fuerte presencia de la red en el campo económico, en la esfera general del mundo hispanohablante, la comunicación digital sigue atrasada en comparación con los otros medios. La telefonía celular, por ejemplo, "es más penetrante y está más ampliamente repartid[a] que el uso de las computadoras y el acceso a la red" (ibid., 4). Además, el nivel educativo de los conectados es relativamente alto (ibid., 5). Por ejemplo, la comunicación electrónica ha contribuido al crecimiento del diálogo académico entre los estudiosos. La presencia de "grupos de noticias" o "listas de distribución" (foros—moderados o no—en los que se distribuye correo electrónico entre un grupo de personas unidas por un interés común) ha cuadruplicado el material disponible para los varios discursos (Millán 101), y la mayoría de las revistas académicas ya se publican en la red, capacitando a los profesionales a consultarlas sin coste (Urrero Peña 39). Las actividades académicas siguen siendo igual que antes (Millán 102); la diferencia gira en torno a la accesibilidad. La educación lingüística electrónica es de gran interés para muchos, puesto que existe la posibilidad de extender la base de hispanohablantes y así promover el español como una lengua plenamente internacional, mediante una amplia variedad de materiales y posibilidades (Marcos Marín 6), aunque esto pueda suponer tanto esfuerzo como los métodos educativos tradicionales (ibid., 3).

Todas estas actividades y circunstancias relacionadas con la demografía, el comercio y la educación en Internet hacen que la lengua evolucione conforme a una serie de cambios ya discernibles en la lingüística española moderna.

La ventaja quizá más obvia de Internet y una fuerza de gran importancia para el cambio lingüístico es la velocidad de las comunicaciones. En las palabras de Lebsanft, "[c]on Internet, la situación cambia radicalmente, porque el nuevo medio ofrece a cualquiera que lo desee una mayor posibilidad de acceder libremente a la comunicación pública inmediata" (48). El discurso puede seguir a una marcha que se aproxima más a la instantánea que cualquier otro medio vigente, especialmente en los "chats", o foros de charla, en las que los internautas pueden conversar en tiempo real. En el pasado, los discursos académicos se encontraban muy limitados por la distancia geográfica y el transporte del correo; era imposible mantener una discusión en una temporada de semanas o meses (Millán 104). Esta nueva comunicación rapidísima suele tomar tres formas principales (ibid., 100): el correo electrónico, por el cual una persona o un grupo puede mandar un mensaje individualizado al buzón "virtual" de otra persona o grupo; los foros, donde se ponen mensajes públicamente para obtener respuestas o comentarios de otros partidos interesados (un foro puede ser "moderado", lo cual significa que hay un individuo o grupo que sirve de redactor y que controla el contenido del foro; los foros también suelen aparecer en varias formas: listas de distribución, grupos de noticias, FAQ, etc. [ibid., 100—01; véase también Lebsanft 48]); y los chats susodichos que son efectivamente espacios virtuales en los que dos o más personas pueden comunicarse en tiempo real mediante mensajes textuales breves e instantáneos. La importancia de la rapidez de estas formas de comunicación para la lengua es doble: en primer lugar, causa el acortamiento del vocabulario (tema que se tratará en las páginas siguientes): p.ej.: "Internet" se hace "net" (Cruz Piñol 356) y "correo electrónico" se convierte en "correo—e" o "emilio" o sencillamente "e—mail" (Marcos Marín 5); y secundariamente, hace que el estilo de escritura se simplifique cada vez más. Ya no se empiezan las cartas, por ejemplo, con las mismas florituras de anteayer; los internautas escriben simple y llanamente (Millán 102—3; véase también Marcos Marín 5).

Se ha señalado que en cuanto al español informático, las cuestiones léxicas son más importantes que las gramaticales (Marcos Marín 5), hecho cuya comprobación se nota en la riqueza de la nueva terminología electrónica. Pero en este campo entran cuestiones culturales. Ya se ha expuesto que el inglés es el idioma dominante tanto en el espacio virtual de Internet como en la industria informática en general, y como consecuencia de esto, el español ha sido sujeto a una enorme influencia lexicológica inglesa. En el caso de América Latina, por ejemplo, Méjico, el país de habla hispana que cuenta con la mayor población del mundo hispánico, se encuentra tan cerca de EE.UU. en términos geográficos que "vive sometido a la presión [...; #09; lingüística, de la primera potencia del mundo" (ibid., 1). El resultante intercambio lingüístico entre EE.UU. y Méjico puede ser, al menos en parte, la fuente de los muchos neologismos de origen inglés en la lengua española, pero la presencia digital del inglés en todo el mundo comunicativo dificulta tal análisis. Tales verbos como "ICQuear" (comunicarse por el sistema de chat ICQ), "resetear" (volver a encender el ordenador u otro aparato informático, del inglés to reset), "taipear" (escribir a máquina o teclear, del inglés to type), "deletear" (borrar, del inglés to delete), "chatear" (charlar, conversar en ciberespacio, del inglés to chat) y "forwardear" (adelantar un mensaje a otro recipiente, del inglés to forward) muestran claramente la tendencia del pueblo hispanohablante a adoptar anglicismos para describir acciones relacionadas con la informática (Dillon 4.3). Muchos sustantivos ingleses han llegado así a aceptarse en el léxico español, incluso "internet" (internet, red mundial), "el web" o "el site" (sitio, página web), "maus" (ratón, del inglésmouse), "emilio" o "imail" (correo electrónico), "el atachment" (archivo adjuntado), "el backup" (disco duro secundario o copia extra de un archivo hecha para asegurar la supervivencia de la información) y "el databais" (base de datos) (ibid.). Se cuentan en este grupo léxico también "software" y "hardware" (Marcos Marín 5). Hasta la mayoría de las siglas informáticas tienen su origen en el inglés. "La abreviación de sintagmas mediante el procedimiento de conservar sólo la inicial de cada palabra es actualmente un proceso de amplia difusión en la lengua", señala Cruz Piñol (351), y esto ocurre frecuentemente en la formación de los neologismos en el campo digital con los términos construidos de siglas inglesas. Sin embargo, a diferencia de las siglas pertenecientes a otras disciplinas (por ejemplo: SIDA < AIDS, OTAN < NATO, etc.), las siglas informáticas, cuando éstas se derivan de lenguas extranjeras, no suelen invertirse de orden ortográfico para conformarse a las pautas lingüísticas del español (ibid., 354). Así que tales términos extranjeros como ASCII (Standard Americano de Codificación para el Intercambio de Información) permanecen en su forma original. Lo mismo sucede con FTP (Protocolo de Transferencia de Ficheros), HTML (Lenguaje de Marcado de Hipertexto), TCP/IP (Protocolo de Control de Transmisión/Protocolo Internet) y URL (Localizador Universal de Recursos) (ibid.). Parece que los neologismos síglicos también pueden convertirse en verbos por un proceso de sufijación: de FTP ha nacido "efetepear", por ejemplo (ibid., 355).

Interesantemente, para casi cada uno de los anglicismos existe un término español "puro" correspondiente, y muchos lingüistas e informáticos del mundo hispánico abogan por el rechazo de dichos anglicismos a favor del término nativo. Además, parece que este grupo ha experimentado cierto éxito en su campaña. Según Cruz Piñol, "cada vez es mayor la tendencia a buscar expresiones que se ajusten más o menos a la estructura de la propia lengua, en este caso, del español" (350). En el artículo en el que Lebsanft publicó los resultados de una encuesta realizada entre los participantes de una lista de correo electrónico llamada "Apuntes", la preferencia por la traducción de los anglicismos al español, o al menos su hispanización, fue abrumadora (54). Según el mismo filólogo, los "apunteros" (cibernautas que participaron en el intercambio de la lista) "[p]refieren un español en el que no influya otro idioma. En el fondo, es la vieja idea renacentista según la cual la interferencia de lenguas es causa de su 'corrupción'" (53). Acaso el único proceso léxico que introduce nuevos vocablos al campo informático del español sin recurrir al uso de anglicismos sea el de la ampliación de sentido de palabras existentes. El término "página", por ejemplo, ha llegado a abarcar el sentido semántico de una página electrónica, o sea, un sitio en la red (Cruz Piñol 361). Lo mismo ocurre con "merodeador" (individuo que merodea en un foro de chat o una lista de correo sin hacer pública su presencia apuntando a la discusión) (Millán 107) y "hojeador", un programa que "permite [...] ver las páginas escritas en los lenguajes de la red, HTML [...]" (Marcos Marín 6), asimismo con "navegar" y "descargar" (ibid., 5).

Pero el predominio del inglés sigue siendo casi total. Aparte de los préstamos directos y los anglicismos síglicos, se destacan los procesos léxicos del acortamiento y la combinación, los cuales también suponen una fuerte influencia inglesa. En el caso del acortamiento, aparecen sólo tres ejemplos de este fenómeno: "ack" (del inglés acknowledgement), "mac" (abreviatura del nombre propio del sistema de operación Macintosh) y "net" (de "internet") (Cruz Piñol 356). El español ha seguido el modelo del inglés en el recurso de la combinación de términos para formar nuevas voces compuestas.

Cruz Piñol divide este proceso en tres categorías: 1) combinaciones que tienen el primer elemento fragmentado y el segundo intacto, 2) las que tienen "el primer elemento completo y el segundo fragmentado" y 3) las que demuestran una reducción en ambos elementos (358). En el primer caso, aparecen los términos "ciberespacio", "e—mail", "emoticono", "infoadicto", "infopista", "internauta" y "multimedia" (ibid.). La segunda categoría incluye el préstamo muy común, "internet" (ibid., 359), y en la tercera se encuentran "bit", "educom", "módem" y "telnet" (ibid.).

Debido al hecho de que gran parte del hardware informático (los ordenadores, teclados e impresoras, etc.) que se usa en el mundo hispánico probablemente o se construye en Europa o EE.UU., o se fabrica en otra parte del mundo según las especificaciones y necesidades de la comunicación inglesa, surge el problema de la representación gráfica de los textos españoles. No sólo carecen los teclados Microsoft de la "ñ" y de la "¿", por ejemplo, sino también hay algunos programas e impresoras que suelen carecer de las fuentes necesarias para representar tanto las vocales españolas acentuadas como los símbolos de puntuación y los demás grafemas españoles que no existen en el inglés. Para evitar este problema, la Microsoft ha desarrollado un sistema en el que se escriben los símbolos extranjeros (desde el punto de vista del angloparlante, claro) mediante la entrada de una serie de códigos en el teclado. La "ñ", por ejemplo, se crea oprimiendo la tecla ALT mientras tocando al mismo tiempo el número 164. Aunque este sistema permite una grandísima ampliación de las posibilidades grafémicas del teclado, resulta difícil de manejar, especialmente en la comunicación instantánea, como en los chats. Además, muchas personas no conocen (o no se interesan por aprender) estas técnicas para escribir correctamente el español en los medios digitales. Como consecuencia de estos factores, uno de los rasgos más destacados en cuanto a la comunicación española en Internet es que el interés por la representación gráfica exacta se deja por completo y los textos salen así crudamente escritos (Marcos Marín 5).

Todos los cambios lingüísticos en el español de Internet hasta ahora indicados (el uso extenso de anglicismos, la ampliación del sentido semántico de las palabras y la eliminación práctica de los grafemas no ingleses en los textos digitales, etc.) deben, tarde o temprano, caer bajo el control de alguna autoridad lingüística. Es decir, como es el caso de todos los cambios en la lengua, se hará un esfuerzo para recoger, catalogar, analizar y estandarizar tanto los neologismos como las variaciones de la gramática que son producto de la comunicación digital. No cabe duda de que la Real Academia Española, junto con las demás academias de lengua nacionales, desempeñará un importante papel en este proceso. En su sitio Web www.rae.es, mantiene un servicio titulado "Español al día", para ayudar a resolver dudas acerca del uso correcto presente (Dillon 4.3). Pero con la naturaleza imperdurable y siempre cambiante de la lengua en la red, las autoridades oficiales no pueden ejercer tanta influencia sobre la estandarización de las formas lingüísticas digitales como las fuerzas del uso corriente. "El patrón unificador que se busca no suele ser la autoridad", según Marcos Marín, "sino el uso" (5). Y en cuanto a los agentes del uso, parece que las compañías informáticas mismas influyen mucho en el léxico, porque "los manuales e instrucciones de sistemas operativos y programas, [...] son los que realmente imponen los nuevos términos de la informática" (ibid.). Lebsanft, hablando de la prensa y el periodismo, afirma que "los libros de estilo, que normalmente están compuestos de una gramática y un léxico selectivo y normativo son el reflejo de una necesidad cotidiana y práctica" (47). Es posible que el español de Internet siga este modelo, puesto que el diálogo que existe entre expertos de varios campos funciona como fuerza de estabilidad y unificación (ibid., 48).

El español, como una lengua internacional, se enfrenta hoy a las grandes posibilidades comunicativas y educativas de Internet a la vez que va buscando soluciones por las problemas que resultan. Entre éstos se destacan la desigualdad socioeconómica del acceso a Internet en el contexto hispanohablante y el predominio de los anglicismos en el léxico informático. El progreso siempre supone cambio, y el caso de la lengua española en Internet supondrá mucho.

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Obras Citadas

Cruz Piñol, Mar. "Intrusos cibernéticos en la clase de español /LE. Siglas, acontecimientos y combinaciones en el español de la Internet." RILCE 14:2 (1998): 349—65.

Dillon, Sam. "On the Language of Cervantes, the Imprint of the Internet." New York Times  6 Aug 2000, sec. 4: 3.

Lebsanft, Franz. "'Lingüística popular' y cultivo del idioma en Internet: Los resultados de una encuesta a participantes de la lista de correo 'Apuntes'." Español actual 72 (1999): 47—57.

Marcos Marín, Francisco. "La lengua española en Internet." Anuario 2000, Centro Virtual Cervantes. http://cvc.cervantes.es/obref/anuario/anuario_00/marcos.

Millán, José Antonio. "De El Averiguador a la Malla Mundial: la cultura en la comunidad virtual del español."Revista de Occidente 206 (1998): 98—109.

Urrero Peña, Guzmán. "La ruta electrónica de las letras iberoamericanas." Cuadernos hispanoamericanos 618 (2001): 39—49.

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Publicado originalmente en la revista Labrapalabra Online

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Miércoles 19 de octubre, 2016

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