7 de agosto de 2019

Tema manido: De avestruces y agujeros

Ante el asalto continuo de la realidad--piensa más de alguno en la ansiedad--no queda más que inventarse una propia realidad alternativa: algo así como un hoyo más o menos hondo donde meter la cabeza hasta el cogote, el larguísimo cogote de avestruz, y olvidarse de todo lo de afuera. 

A más hondo el hoyo, mejor, más ajena la visión de lo que no es visión sino implacable luz del día.

Pero toda avestruz, por cuellilarga que sea, tiene que sacar a diario la cabeza de su agujero feliz para comer y enredarse de nuevo en la vida. 

Alguna habrá, sin embargo, que llegue a tal estado de escapismo escarbador que pueda ayunar varios días y sufrir de desmayos y alucinaciones peor que las angustias de la realidad. 


Y hasta habrá la que ayuna por completo y pasa limpiamente a otra esfera, más pura, de realización personal. 

Cavar un hoyo en la arena, desafortunadamente, no es tan fácil como puede parecer: toma un tanto de determinación que no todos tienen. Determinación y porfía.

Pero no son pocas las avestruces descaradas que se aprovechan de hoyos ajenos. 

Y están las que cavan hoyos a medida y para arriendo. Éstos, por lo general, son hoyos bastante imperfectos y contaminados de realidad; son hoyos falsos, inefectivos. Son, por cierto, los que más abundan.

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