10 de diciembre de 2019

Libros recibidos: "Ahora pregunto yo", de Eduardo Villarreal de los Reyes

¿De dónde salieron tantas preguntas de complicada respuesta? ¿Cómo el poeta--que se iguala a un niño en lo preguntón--llegó a hacerse tanta pregunta y hacérselas a su lector para dejarlo asombrado y confuso? 

Asombrar y confundir son dos funciones fundamentales del buen verbo literario; y el filosófico también, como lo prueba el impertinente Sócrates y sus preguntas incisivas. Y es la principalísima función del conocimiento, la del saber que nunca se alcanza.

Cada una del centenar de preguntas que estos poemas presentan carecen de respuestas: proponen poemas de insondable belleza. Está en el genio del lector ponerse a la altura del genio del poeta interrogante, el que no se puede quedar callado y se pregunta, a veces, desesperado, a veces ilusamente iluminado, a veces con profunda insuficiencia. 

                         "Por qué me responde el silencio
                         estas preguntas?" 

se pregunta en el poema XXXVIII, y en otro, el XXXII, que expresa todo arte poética que no se ha podido expresar, reclama: 

                          "Qué me quería decir
                          esta hoja en blanco?"

Que el poeta pregunte y pregunte sin dar respuesta alguna es oficio propiamente poético. Ya lo demostró Neruda con su Libro de las preguntas y lo vuelve a demostrar este poeta matamorense con sus setenta poemas de sólo preguntas. 

Trate el lector de imaginar cuáles pueden ser las respuestas y sabrá lo que es ser de veras poeta.



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