Las pocas menciones de insectos en el texto son breves pero sugerentes en cuanto hacen referencia al carácter de Delia, la protagonista.
". . . Delia había jugado con arañas cuando chiquita", es la primera alusión a la fascinación que Delia tiene por los bicho desde niña; fascinación, por lo demás que tiene su equivalencia en el que ". . . las mariposas venían a su pelo", obviamente atraídas por algo peculiarmente relacionado con el interés que la muchacha tiene por los insectos.
Más adelante en la narración y ya decididamente adelantando lo que ha de venir, se cuenta que "Alguien encendió la luz y Delia se apartó enojada del piano. A Mario le pareció un instante que su gesto ante la luz tenía algo de la fuga enceguecida del ciempiés, una loca carrera por las paredes. Abría y cerraba las manos, en el vano de la puerta, y después volvió como avergonzada, mirando de reojo a los Mañara; los miraba de reojo y se sonreía". Texto éste que levanta sospechas con la desconcertante comparación de la muchacha con el repugnante y peligroso ciempiés.
La referencia siguiente a ". . . la cercanía de las mariposas. . .", que nada tiene de perturbador, si bien algo de misterioso, disminuye un poco el efecto desagradable de la comparación anterior sin borrar del todo la incertidumbre ante las intrigantes acciones y actitudes de la protagonista.
A ésta sigue después otra escena disgustante, parecida a la del ciempiés y ya clara insinuación de lo que ha de venir: "Cuando encendió la luz . . . vio . . . las cucarachas que huían por las baldosas".
No es necesario citar la mención de insectos al final del cuento para que el lector se imagine la aclaración del misterio que rodea a Delia. Un detalle al pasar, poco antes del final, subraya el carácter obsesivo de la extraña muchacha cuando narra cómo ella ". . . se puso a mirar el suelo como si buscara una hormiga en la sala".
Tiene Julio Cortázar las antenas del observador atento a lo raro, lo misterioso y aterrante de la realidad que nos creamos los humanos.
* Sí, ya lo sé, la araña no es insecto sino arácnido, pero en al habla común y en el común conocimiento de los muchos bichos, las arañas cuentan como insectos, aunque difieran en el número de patas y otras características biológicas. En la mente humana no se diferencian para nada en el asco y el temor que producen en muchos de nosotros. El cuento que se comenta en esta nota es buen ejemplo de lo que los insectos pueden significar en materia de rechazos, repugnancias y horrores.
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