"La mosca y el dinosaurio son los animales preferidos" del autor, escribe Margo Glantz en una semblanza sobre Augusto Monterroso. Tanto así que--según ella recuerda--en su discurso de recepción del Premio Príncipe de Asturias del año 2000 Monterroso "se refirió de manera muy especial a las moscas", asunto que a Glanz le intriga, tanto como al autor que evoca.
"Como las moscas que revolotean alrededor de nuestro helado de fresa en las calurosas tardes de mi niñez--confiesa la autora--, yo siempre regreso a las moscas, y siempre releo el dinosaurio, porque aunque parezca mentira, aunque el texto sea tan corto y tan exacto, yo siempre lo recuerdo mal, coloco el adverbio donde no debe de ir, le agrego una coma inexplicable, o una palabra inútil y por eso me siento como mosca, una mosca que nunca puedo ahuyentar aunque me rasque la nariz".
Y por lo mismo, dice estar de acuerdo con Monterroso en que en literatura "hay tres temas: el amor, la muerte y las moscas".
No poco tiene que decir sobre el último.
"El vuelo de la mosca es infinito--afirma--, pero es difícil observarlo". Por eso, como Monterroso, ella cree que "las moscas son las que nos vigilan, nos observan, nos persiguen" y que "más aún que los otros dos temas indispensables, los temas del amor y de la muerte, el tema de las moscas es el único verdaderamente épico".
Así, para ella como para el autor que comenta, "las moscas, son los verdaderos, los únicos, los más extraordinarios personajes trágicos. Y de verdad cada vez que lo leo, cada vez que leo que las moscas son Euménides, Erinias, que son castigadoras, me regocijo y creo haber descubierto la piedra filosofal".
También dice estar de acuerdo con Monterroso cuando afirma que "las moscas son mejores que los hombres, pero no que las mujeres. Me declaro feminista como él, aunque no de manera tan entusiasta".
Y siguiendo siempre a Monterroso Glantz admite que "la mosca invade todas las literaturas, que sin ellas es imposible hacer poemas, y que ninguna novela . . . puede prescindir de las moscas. Estoy convencida, la literatura no podría existir si no existieran las moscas".
"Las moscas--añade--nos vigilan . . . pueden ser nuestro ángel de la guarda o . . . las vicarias de alguien innombrable, buenísimo o maligno". Y es más la "transmigración de las almas es una de las misiones que Dios ha encomendado a las moscas. Las moscas inscriben en su vuelo el eterno retorno" y ¿no son acaso las que "transportan, heredándose infinitamente la carga, las almas de nuestros antepasados, que así continúan cerca de nosotros, acompañándonos, empeñados en protegernos? Acabo de pasar en Pátzcuaro el Día de Muertos y he podido verificarlo".
Y comentando sobre la expresión "frases mosca" con que Monterroso se refiere a los lugares comunes y las conversaciones planas, Glantz acusa que es también "posible cuando de moscas se habla hacer literatura. También, caer en las alusiones retóricas prefabricadas que todo el mundo ha hecho antes".
A esta variedad de atribuciones al insecto, y siempre en el plano de lo literario, Glantz añade la significativa sugerencia de que "Poe se equivocó usando en sus poemas a un cuervo. Ridículo--concluye--. Tú mira la mosca. Observa. Piensa".
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