A son Genuflexión--que dicen va a morir en olor de santidad porque ya no se lava--no le importan que no le crean, porque sabe muy bien que lo que ha visto y oído --y sigue viendo y oyendo casi a diario--no son invenciones suyas.
Que en verdad fue un ángel, como ella dijo, el que le rasgó el hábito hará ya una década; y fue San José, como ella aseguró, el barbudo que se bajó de su peana a darle un beso de paz un Miércoles de Ceniza de no hace mucho.
Que se excedió en esos casos en imaginar lo imposible, lo acepta; pero no le parece nada de bien que las hermanas no le crean ahora que en verdad ha visto y oído lo que ve y oye cada vez que al pasar frente al altar mayor hace la genuflexión de rigor y se persigna como debe hacerlo, monja piadosa que es, sabedora de milagros.
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