Confundido--ha sido sorpresivo el traspaso--se sitúa en el lugar--su
cuarto de los últimos diez años, más o menos--y en el tiempo. Fosforece la hora temprana en el reloj de velador que ya no lo despierta con las noticias por las mañanas.
Tosiendo todavía se levanta al baño. Va a oscuras, por practicar--piensa--cómo moverse por la casa por sí mismo cuando llegue a ciego. Senil y ciego.
En el baño los espejos en que se ve en penumbras le recuerdan que tiene que llamar para que vengan a quitarlos. Cuando se trata de remodelar lo más caro son el baño y la cocina.
No vuelve al cuarto. A tientas llega hasta el refrigerador y lo abre: se hace la luz. Afuera un zorzal anuncia el día. Todo comienza de nuevo.
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